domingo, diciembre 03, 2006

 

Lengualarga

“¡¡¡Lengualarga!!!” - Le decían todos. Y Laila seguía ahí, tímida, retraída, sin decirles nada.

Jamás lo hubiera creído…

Pero un día…¡Zas! Entró en confianza. ¡Y haberla visto! Parecía que sólo iba a decirnos algo. ¡Pero no! Su lengua comenzó a desenrollarse, y desenrollarse, y desenrollarse, y desenrollarse. ¡Y llegó hasta la esquina!

No podía entender cómo había cabido semejante lengua en aquella boquita, tan dulce, tan pequeñita.

Y siguió nomás. Pensé que eso era todo. Su lengua dio vuelta a la esquina, y le perdimos la pista. ¡Parecía no tener fin!

¿Y Laila? Bueno, lo mismo de siempre: pestañaba con delicadeza, jugaba con una de sus trenzas, se miraba la suela de los zapatos. Como si ella y su lengua no tuvieran nada que ver.

Entonces, le pregunté si sabía cómo hacer para detenerla. ¿Alguna vez han intentado hablar con la lengua afuera? Bueno, hagan la prueba. Con mucho esfuerzo intentó decirme algo, pero no le entendí ni jota. Y la verdad, es que me estaba empezando a aburrir: no hablaba, y cada vez que lo hacía, terminaba por salpicarme de pies a cabeza. ¡Ya no la soportaba más!

Así es que, con la excusa de buscar a su lengua y traerla de regreso, fui a dar una vuelta manzana.

A medida que fui avanzando por la vereda, la lengua de Laila lo hacía a mi lado. Lamió el helado de chocolate de Violeta, barrió algunas hojas secas, se enredó en las ruedas de un triciclo, despeinó a una vecina. Dobló la esquina conmigo, y juntos terminamos de dar toda la vuelta manzana. Hasta llegar a donde estaba Laila, esperándonos.

Su lengua terminó por caerme más simpática que ella. ¡Mucho más divertida! Claro: eso nunca se lo dije.

Laila le pidió que regresara. Pero su lengua no le hizo ningún caso. Entonces intentó atraparla. No se podía ir demasiado lejos. Después de todo, seguía saliendo de su boca. Y seguía siendo su lengua.

¿Y qué pasó? Bueno, si algún día pasan por las calles Céspedes y Freire, las podrán ver. Ahí están. Hasta el día hoy. Laila y su lengua. Su lengua y Laila. La una tras la otra. La otra tras la una.

Nadie entiende bien quién intenta atrapar a quién.

Dicen que ya dieron más de diez mil vueltas a la manzana. También hay quien perdió la cuenta.

Comments:
¡Es cierto! El otro día iba con el auto por Céspedes y tuve que desviarme porque a la altura de Freire me encontré con una gran serpiente roja... Seguro era la lengua de Leila...
 
a que extraño esta esto!! pero es divertidisimo
 
Siempre queda una sorprendida con tus creaciones, Gabi. No sé cómo se te ocurren!!
 
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