miércoles, octubre 18, 2006

 

Un Cuento, Suculento... Para inaugurar el blog


Es increíble. Cada vez que lo invitábamos, pasaba exactamente lo mismo. Empezaba colgándose de la lámpara del comedor. Se columpiaba por horas. Y cuando conseguía arrancarla por completo, no hacía más que comportarse como un flan.
Silencioso. Tentador. Suculento.
Pero cada vez que se iba, era igual. Había que llamar al encargado del edificio para que nos instalara la lámpara una vez más. Y yo estaba días y días hasta eliminar por completo el caramelo impregnado por todos los rincones.
Dejamos de invitarlo. Así. Sin más.
Pasó el tiempo. Y no supimos nada de él. Comenzamos a sentirnos un poco vacíos. Entendimos que lo extrañábamos.
No nos fue fácil ubicarlo. Había cambiado su dirección y su teléfono. Se nos resbalaba.
“Como un flan” – decíamos.
El día que regresó, nadie lo esperaba. Para ese entonces ya no teníamos más lámpara. Tampoco rincones. La luz provenía de una gran ventana que ocupaba todo el techo.
Ni bien llegó, intentó hablar. Quería decirnos algo. Parecía importante, por cómo agitaba sus manos.
Cada palabra que intentaba pronunciar salía expulsada de su boca como una gran albóndiga de carne. Las primeras fueron más bien tímidas. Pero cuánto más énfasis ponía en la pronunciación, con más fuerza brotaban de su boca. Algunas lograron romper el nuevo ventanal. Y otras, las más convincentes, nos llevaron a dar un paseo.
De pronto, sin darnos cuenta, todo nuestro living se hallaba poblado por grandes bolas de carne. Se chocaban y salpicaban el empapelado.
Tapados por murallas de albóndigas, no llegábamos a verlo. Pero seguía ahí. Debajo del marco de la puerta, todavía sin animarse a pasar. Ya no se esforzaba por hacerse entender. Nunca supimos que nos había querido decir. Y nunca más supimos nada de él.

Comments:
¡BIENVENIDA GABY!
Me alegro que tus palabras estén aquí.
El largo del cuento está más que bien, yo pensaba postear después algo un poco más largo.

Creo habertelo dicho, me encanta lo surreal del texto.
 
Tal como dijo Leo, ¡surrealista! Te admiro la capacidad de "soltarte" y crear textos tan suculentos.
 
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