viernes, octubre 20, 2006

 

La novia de Quasimodo

Agustín tenía un plan. Luego del recreo, mientras todos estuvieran en clase, fingiría querer ir al baño con la firme intención de desviarse en el camino. Su objetivo: sexto grado B, más precisamente Eleonora Ritz,
Era evidente que se trataba de una misión suicida. Cierta vez, delante de algunos chicos del grado, había dicho que ella le gustaba y se le habían reído en la cara. A lo lejos había escuchado incluso que decían cosas como “La bella y la bestia” o el clásico “Quasimodo”.
“¡Quasimodo!”- había saltado como loca su mamá en la reunión de padres acusando a algunos de los varones y a alguna que otra nena. Por eso, la maestra había empezado al día siguiente con un discurso acerca de que todos éramos iguales, que la tolerancia y que íbamos a iniciar un proyecto acerca de los derechos humanos.
Sin embargo, a pesar de todo, él tenía cierta esperanza en conquistarla. Cada vez que pasaba frente a sus amigas las veía cuchicheando. Se aferraba a la idea de que era porque ella sentía algo. Pero… ¿Cómo alguien como Eleonora se enamoraría de él?
- Es por mi defecto que me miran- pensaba.
Anhelaba que aunque sea por una vez todo fuera diferente.

La cosa es que ahí estaba el buen Agustín, dispuesto a ir hacia aquella aula con la idea de decirle a su maestra que la Directora la había mandado a buscar.
¡Verso! Una vez afuera la llevaría debajo de las escaleras de comedor para declarársele.
¡Hay que reconocer que tenía agallas!
Su papá, siempre le había aconsejado que a pesar de cualquier circunstancia complicada, debía confiar en quien era. Claro que su papá ya era un tipo grande, biólogo, casado, con cuatro hijos, etc. y sin un defecto como el suyo.
-Soy un buen pibe, toco el piano, mi familia me quiere…- se decía Agustín mientras se dirigía a la muerte.
Lo vi pasar al lado mío todo fruncido, decirle a la maestra que no se sentía bien y que le había caído mal el desayuno.
Debido a su problema, ella le permitía hacer de todo. De modo que lo dejó salir.
Recorriendo el largo pasillo, viéndolo agitado, la secretaria le ofreció un té. Por alguna razón en la escuela siempre te daban té. Te rompías la cabeza: té, tu gato había muerto: té…
Él lo rechazó y siguió de largo.
Y así fue como, al cabo de cinco minutos, irrumpió en el aula de sexto.
Se hizo un silencio. - ¿Qué necesitas, querido?- le dijo la maestra y aunque le hubiese gustado decir “El amor de tu alumna” se remitió a lo que tenía guionado.
- Me mandó la directora a buscar a Eleonora Ritz para una prueba del coro.
¡Era la historia más ridícula del mundo! No había razón por la cual la llamarían a ella sola, no sabía si Eleonora cantaba y para colmo a él jamás le enomendaban tareas como esa.
No obstante, en unos pocos segundos, se hallaron saliendo juntos del grado. Algunos chicos chiflaron siendo reprimidos de inmediato.
- ¡Hola!- dijo Eleonora.
- ¿Cómo estás?- le contestó él y acto seguido empezaron a dar vueltas por el colegio.
Él caminaba con fingida seguridad y ella iba detrás en silencio. En determinado momento, pasaron por delante de las escaleras en donde había planeado hablarle. Era el momento esperado. ¡El camino le había parecido eterno! Pero siguieron de largo.
Cuando ya no quedaba espacio del colegio por recorrer, ella lo detuvo tomándole el hombro.
- ¿Qué querés?- le dijo.
Él contestó que “nada”, que la habían mandado a llamar y que la acompañaba un ratito y se volvía para el aula de quinto. Tras lo que se fue corriendo.
Entró al aula sudando. La maestra le preguntó si no quería que llamaran a su casa para que lo vinieran a buscar.
- ¡Siiii!- dijo cobardemente.
Seguro Eleonora ya estaría contándole lo extraño que era a todo el mundo y a la salida se encontraría con dibujos de corazones, de Quasimodo y cosas por el estilo.
De pronto, como el ángel de la muerte, ella hizo su aparición. Más chiflidos.
- Busco a Agustín Pregazzoni- dijo. Necesito decirle algo.
¡No recuerdo momento de mayor tensión en toda nuestra escuela primaria!
Apenas fuera, ella lo tomó de la mano, lo llevó a las escaleras y lo beso. Luego, le guiñó el ojo y volvió a su curso.
¡No entendíamos nada al enterarnos! Era el fin de las certezas. Un ataque marciano hubiese provocado menor sorpresa que aquello. Darle un beso a Agustín era equivalente a proponerle matrimonio a la directora.
Las habladurías no se hicieron esperar. Algunos contaban que por las noches iba a leerles cuentos a los desamparados, que su padre era manco y mil historias por el estilo.
¿Estaba enamorada o era todo para hacerse la diferente?

De grande lo supe: simplemente ella había elegido bien. Agustín era un chico fantástico y lo había descubierto antes que nadie.
Terminada la escuela, a él jamás lo volví a ver. Dicen que está casado, que tiene dos hijos y una casa de instrumentos musicales.
¿Qué fue de ella? Les cuento: es la persona que
yo elegí.

Comments:
¡Qué bueno, Manuel! Me encantó el tono del relato, la historia en sí... excelente
 
Manuel: sabés que esta historia me emocionó mucho. Y loq ue más me gustó de todo es que lográs emocionar, sin golpes bajos. Te felicito! Has llegado conmoverme...tarea díficil..Ja
 
¡Bienvenido Manuel!
Y si vas a seguir posteando así, espero que no te vayas nunca.
Emocionante
 
Hermosa tu historia, Manuel. Ojalá hubiera más personas capaces de ver debajo de las apariencias, o a pesar de ellas...¡Bienvenido!
 
esta relato es genial, me hizo reir mucho y me puso chinita la piel con el final...lindisimo!!...sin mencionar el estilo limpisimo...a genial!!!
 
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